Enemigos silenciosos.
El origen de la
vida, es el agua, gracias a ella existimos, en ella está la memoria de nuestra
existencia. Todas las civilizaciones han tenido muy clara su importancia. Los
asentamientos humanos se dieron en donde había este liquido vital. Ese fue, es,
y será el principio de los centros urbanos, al punto que el imperio romano
acuño la frase, lo primero el agua.
Si bien, el agua fue un bien natural, al alcance de la boca
y de la mano, al paso del tiempo, los manantiales y los lagos fueron insuficiente dado el
crecimiento de las urbes, de este modo, las primeras tecnologías fueron
pensadas para llevarla de un sitio a otro a través de ductos. De los pueblos
antiguos, el imperio romano se
distinguió por sus obras hidráulicas, llamadas acueductos, los cuales llegaron a medir hasta 91 kilómetros de largo.
Estos acueductos permitieron no solo llevar agua, sino
también mejorar en el curso, la calidad de ella, a través de cajas o arcas de agua, que servían para
regular el caudal o decantar los sólidos como la arena que la corriente
arrastraba.
Los acueductos estaban cubiertos por bóvedas, falsas
bóvedas, o placas de piedra para
proteger el agua destinada al consumo de la población. La historia de la
extracción, distribución y consumo del agua tienen similitudes en casi todo el
orbe.
A los griegos y romanos se les reconoce el uso de los
primeros métodos de limpieza química del agua. En las casas utilizaban vasos de
plata, y los soldados, monedas de plata que se colocaban dentro de los vasos
para eliminar los patógenos dañinos. Hasta la fecha este método es muy socorrido en las cocinas modernas, y
no es otra cosa que plata coloidal.
Si ya en los principios de nuestra era, el agua tenía que
ser canalizada y llevada a las ciudades, a dos mil años de distancia, este
sistema de distribución es muy común, salvo por los materiales que han sido
mejorados. La tecnología, también ha permitido la extracción de agua de
depósitos bajo tierra, pero ahora a grandes profundidades con bombas muy
potentes.
El agua sin duda es la fuente de la vida, pero la
contaminación ambiental y la extracción profunda, la hacen el vehículo ideal
para llevar a nuestra mesa enemigos silenciosos. El agua por si misma, no se
encuentra apta para beber en la naturaleza. Es decir, no es una forma química
absoluta, o una asociación pura de hidrógeno y oxigeno. El medio y la región en que se encuentre el
agua, ya sea en la superficie o subterránea, determinará la cantidad y el tipo
de elementos físicos, químicos, radioactivos, organolépticos, bacteriológicos que pueden ser inofensivos, o peligrosos para
la salud.
Contaminantes y
calidad del agua.
La cantidad de elementos presentes que determinará la
calidad del agua, está basada en un criterio de máximos y mínimos. Esto
significa que el agua bebible debe contener cierta cantidad de componentes, tal
y como era el agua que originó a las formas básicas y superiores de vida. La
manipulación tecnológica de los componentes, puede originar agua con
características específicas, y con la calidad requerida para consumo humano, o
para otros usos.
Es precisamente la Secretaria de salud, la que establece los
criterios mínimos y máximos que debiera tener el agua potable abastecida “para
prevenir y evitar la transmisión de enfermedades gastrointestinales y otras”.
Los límites permisibles en cuanto a sus características, bacteriológicas,
físicas, organolépticas, químicas y radiactivas tienen un rango definido.
En este sentido, también establece los tratamientos de
potabilización del agua para uso y consumo humano, que deben cumplir los
sistemas de abastecimiento públicos y privados en todo el territorio nacional.
Con respecto a los tratamientos, refiere, 10 procesos, entre
los que se destacan, ablandamiento, adsorción, coagulación química, filtración,
floculación, intercambio íonico, neutralización, ósmosis inversa, oxidación y
precipitación. Con estos procesos se supone, se logrará llegar al límite
permisible de los componentes para garantizar que el agua sea agradable a los
sentidos y no cause efectos nocivos a la salud del consumidor.
Ahora bien, los límites permisibles bacteriológicos en el
agua, son cero en organismos coliformes; en cuanto a las características
físicas y organolépticas, el olor y el sabor serán agradables, sin turbiedad.
En relación a las características radioactivas, los limites de radioactividad
alfa global, es 0.1, y radioactividad beta global, 1.0.
De pronto, estas normas parecen alejadas de la realidad,
pero recordemos que hace unas semanas, en San José Iturbide, el agua del pozo
de la comunidad de la Cantera, tuvo que ser prohibida para el consumo humano,
ya que los análisis de laboratorio realizados por el Instituto de Geociencias
de la Unam, campus Juriquilla, arrojaron un nivel de radioactividad alfa,
cuatros veces por encima de la norma oficial mexicana. Se presume que esta
fuente de contaminación está vinculada a casos de Leucemia en la zona.
Los límites permisibles en cuanto a las características
químicas, se refieren a 16 elementos, entre ellos, aluminio, arsénico, bario,
cadmio, cianuro CN-, cloro, cromo, fierro, manganeso, mercurio, nitrógeno,
plomo, sodio y zinc. Y desde luego, a
compuestos, como fenoles, nitratos, nitritos, plaguicidas como aldrin y
diedrin, clordano, ddt, exaclorobenceno, heptacloro, lindano, metoxicloro,
trihalometanos. También señala los limites en otras combinaciones y compuestos
como floruros, cloruros, sulfatos. Y tres criterios mas, la dureza total (como
CaCO3), el ph (potencial de hidrógeno), y finalmente los sólidos disueltos
totales.
Para lograr esos rangos mínimos y máximos, la Secretaria de
Salud, señala los tratamientos mecánicos, físicos, y químicos como la
cloración, que es el medio más utilizado y conocido, sin que por ello sea el
más confiable. Algunos otros medios, son el carbón activado o granular, filtros
mecánicos de diversos materiales, dispositivos que generan oxidantes como el
ozono, dióxido de cloro, o germicidas a base de luz ultravioleta.
Del mismo modo, los tratamientos de ósmosis inversa,
aireación, o bien, sistemas de intercambio iónico con resinas de aniones o
catiónes. Y finalmente químicos para precipitar o coagular. Debe quedar claro,
que no todos deben aplicarse, y que se utilizarán solo aquellos que sirvan para
reunir las condiciones de potabilidad del agua.
No está de más mencionar, que existen tecnologías
contemporáneas, mejor desarrolladas como microfiltración, ultrafiltración, nanofiltración por membrana,
o tratamientos electrolíticos que son mejores en costo y resultados, pero aun
no se generaliza su uso, ni se legisla sobre ello.
Las medidas tomadas por la Secretaria de Salud en relación a
la calidad del agua, desde luego, son la referencia puntual para que los
proveedores entreguen agua con esos criterios. Existen muchos mitos urbanos en
relación al peligro del agua, o sus beneficios, pero de cierto eso debe
establecerse bajo criterios científicos.
Arsénico y
flúor, enemigos silenciosos.
El agua municipal nos es entregada como “potable” y se nos
cobra como tal. lo cierto es que, su
tratamiento, en un alto porcentaje está basado en la cloración como un
germicida, pero el cloro, al momento de su uso no debe rebasar los 0.025mg/l, lo cual no significa que sea
inocuo, dada su capacidad de transformarse en otros contaminantes al entrar en
contacto con materia orgánica. Igualmente, existen microrganismos como el
cryptosporidium, que ha generado resistencia al cloro, y no lo elimina.
Aunado a lo anterior, la potabilidad del agua municipal,
esta comprometida por fracturas de las redes de drenaje y agua potable, además
por su precario mantenimiento. Otro
factor muy importante que pone en riesgo la potabilidad, es la cultura
de almacenamiento domestico en aljibes, tambos o tinacos, a los cuales no se
les sanitiza, desinfecta, ni se les da mantenimiento.
El desarrollo urbano ha generado una gran demanda de agua,
agotando las fuentes superficiales, esto ha planteado que la extracción se realice
a mayor profundidad, lo cual genera otros contaminantes que están mezclados en
las capas subterráneas de tierra.
Por ejemplo en Celaya, donde esta la “bola de agua”, hace 80
años el pozo no rebasaba los 15 metros de profundidad, y se extraían 50 litros
por segundo, para el año 2009 ya solo entregaba 5 litros. Ahora tenemos pozos
de más de 400 metros de profundidad.
Del mismo modo, los centros urbanos se han expandido y han
llegado a zonas donde el agua esta comprometida por la presencia de arsénico y
flúor principalmente. En la República Mexicana se han detectado,
concentraciones por arriba de los límites de arsénico y/o fluoruros en
acuíferos de los estados de Aguascalientes, Coahuila, Chihuahua, Durango,
Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas. Y no faltan
otros como Puebla.
La fluorita (CaF2) es el mineral principal de flúor y se le
encuentra en yacimientos hidrotermales. Su presencia ha sido reportada en el
denominado “cinturón de fluorita” que corre a través de los estados de
Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro. Con respecto al
flour, además de fluorosis dental, la ingesta de altos niveles de flúor puede
ocasionar daños renales, hepáticos e incluso neurológicos. Además de fluorosis
ósea.
En cuanto al Arsénico, éste forma parte de la estructura química de más
de doscientos minerales, principalmente asociados a yacimientos minerales ricos
en sulfuros, aunque también se encuentra presente en menor proporción en otros
minerales formadores de rocas.
El arsénico es un tóxico y un carcinógeno. Entre los efectos
nocivos los más comunes asociados a su ingestión son los que se presentan en
piel: hiperpigmentación, hipopigmentación e hiperqueratosis; daños al sistema
cardiovascular, alteraciones renales y hepáticas, desarrollo de neuropatías
periféricas y encefalopatías, y diabetes.
Es reconocida la relación entre la presencia de arsénico en el agua de y
el aumento y mortandad por cánceres de vejiga, pulmón, riñón y cáncer hepático
en la población potencialmente expuesta.
Durante años, cuando la observancia de la normatividad era
aun más laxa, la distribución nacional de bebidas y alimentos, hechos con agua
comprometida con arsénico y floruros llegó a la mesa de consumidores de todos
lugares, sin imaginar que un enemigo potencialmente peligroso, estaba minando
de manera silenciosa, pero contundente su salud.
Primera parte.
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