lunes, 8 de febrero de 2016

H20 EL FIN DE LA HISTORIA.

Enemigos silenciosos.



      El origen de la vida, es el agua, gracias a ella existimos, en ella está la memoria de nuestra existencia. Todas las civilizaciones han tenido muy clara su importancia. Los asentamientos humanos se dieron en donde había este liquido vital. Ese fue, es, y será el principio de los centros urbanos, al punto que el imperio romano acuño la frase, lo primero el agua.

Si bien, el agua fue un bien natural, al alcance de la boca y de la mano, al paso del tiempo, los manantiales y  los lagos fueron insuficiente dado el crecimiento de las urbes, de este modo, las primeras tecnologías fueron pensadas para llevarla de un sitio a otro a través de ductos. De los pueblos antiguos, el imperio romano  se distinguió por sus obras hidráulicas, llamadas acueductos, los cuales llegaron a medir hasta 91 kilómetros de largo.

Estos acueductos permitieron no solo llevar agua, sino también mejorar en el curso, la calidad de ella, a través de cajas o arcas de agua, que servían para regular el caudal o decantar los sólidos como la arena que la corriente arrastraba.

Los acueductos estaban cubiertos por bóvedas, falsas bóvedas, o  placas de piedra para proteger el agua destinada al consumo de la población. La historia de la extracción, distribución y consumo del agua tienen similitudes en casi todo el orbe.

A los griegos y romanos se les reconoce el uso de los primeros métodos de limpieza química del agua. En las casas utilizaban vasos de plata, y los soldados, monedas de plata que se colocaban dentro de los vasos para eliminar los patógenos dañinos. Hasta la fecha este método  es muy socorrido en las cocinas modernas, y no es otra cosa que plata coloidal.

Si ya en los principios de nuestra era, el agua tenía que ser canalizada y llevada a las ciudades, a dos mil años de distancia, este sistema de distribución es muy común, salvo por los materiales que han sido mejorados. La tecnología, también ha permitido la extracción de agua de depósitos bajo tierra, pero ahora a grandes profundidades con bombas muy potentes.

El agua sin duda es la fuente de la vida, pero la contaminación ambiental y la extracción profunda, la hacen el vehículo ideal para llevar a nuestra mesa enemigos silenciosos. El agua por si misma, no se encuentra apta para beber en la naturaleza. Es decir, no es una forma química absoluta, o una asociación pura de hidrógeno y oxigeno.  El medio y la región en que se encuentre el agua, ya sea en la superficie o subterránea, determinará la cantidad y el tipo de elementos físicos, químicos, radioactivos, organolépticos, bacteriológicos  que pueden ser inofensivos, o peligrosos para la salud.

Contaminantes y calidad del agua.

La cantidad de elementos presentes que determinará la calidad del agua, está basada en un criterio de máximos y mínimos. Esto significa que el agua bebible debe contener cierta cantidad de componentes, tal y como era el agua que originó a las formas básicas y superiores de vida. La manipulación tecnológica de los componentes, puede originar agua con características específicas, y con la calidad requerida para consumo humano, o para otros usos.

Es precisamente la Secretaria de salud, la que establece los criterios mínimos y máximos que debiera tener el agua potable abastecida “para prevenir y evitar la transmisión de enfermedades gastrointestinales y otras”. Los límites permisibles en cuanto a sus características, bacteriológicas, físicas, organolépticas, químicas y radiactivas tienen un rango definido.

En este sentido, también establece los tratamientos de potabilización del agua para uso y consumo humano, que deben cumplir los sistemas de abastecimiento públicos y privados en todo el territorio nacional.
Con respecto a los tratamientos, refiere, 10 procesos, entre los que se destacan, ablandamiento, adsorción, coagulación química, filtración, floculación, intercambio íonico, neutralización, ósmosis inversa, oxidación y precipitación. Con estos procesos se supone, se logrará llegar al límite permisible de los componentes para garantizar que el agua sea agradable a los sentidos y no cause efectos nocivos a la salud del consumidor.

Ahora bien, los límites permisibles bacteriológicos en el agua, son cero en organismos coliformes; en cuanto a las características físicas y organolépticas, el olor y el sabor serán agradables, sin turbiedad. En relación a las características radioactivas, los limites de radioactividad alfa global, es 0.1, y radioactividad beta global, 1.0.

De pronto, estas normas parecen alejadas de la realidad, pero recordemos que hace unas semanas, en San José Iturbide, el agua del pozo de la comunidad de la Cantera, tuvo que ser prohibida para el consumo humano, ya que los análisis de laboratorio realizados por el Instituto de Geociencias de la Unam, campus Juriquilla, arrojaron un nivel de radioactividad alfa, cuatros veces por encima de la norma oficial mexicana. Se presume que esta fuente de contaminación está vinculada a casos de Leucemia en la zona.

Los límites permisibles en cuanto a las características químicas, se refieren a 16 elementos, entre ellos, aluminio, arsénico, bario, cadmio, cianuro CN-, cloro, cromo, fierro, manganeso, mercurio, nitrógeno, plomo, sodio y zinc. Y desde luego,  a compuestos, como fenoles, nitratos, nitritos, plaguicidas como aldrin y diedrin, clordano, ddt, exaclorobenceno, heptacloro, lindano, metoxicloro, trihalometanos. También señala los limites en otras combinaciones y compuestos como floruros, cloruros, sulfatos. Y tres criterios mas, la dureza total (como CaCO3), el ph (potencial de hidrógeno), y finalmente los sólidos disueltos totales.

Para lograr esos rangos mínimos y máximos, la Secretaria de Salud, señala los tratamientos mecánicos, físicos, y químicos como la cloración, que es el medio más utilizado y conocido, sin que por ello sea el más confiable. Algunos otros medios, son el carbón activado o granular, filtros mecánicos de diversos materiales, dispositivos que generan oxidantes como el ozono, dióxido de cloro, o germicidas a base de luz ultravioleta.

Del mismo modo, los tratamientos de ósmosis inversa, aireación, o bien, sistemas de intercambio iónico con resinas de aniones o catiónes. Y finalmente químicos para precipitar o coagular. Debe quedar claro, que no todos deben aplicarse, y que se utilizarán solo aquellos que sirvan para reunir las condiciones de potabilidad del agua.

No está de más mencionar, que existen tecnologías contemporáneas, mejor desarrolladas como microfiltración,  ultrafiltración, nanofiltración por membrana, o tratamientos electrolíticos que son mejores en costo y resultados, pero aun no se generaliza su uso, ni se legisla sobre ello.
Las medidas tomadas por la Secretaria de Salud en relación a la calidad del agua, desde luego, son la referencia puntual para que los proveedores entreguen agua con esos criterios. Existen muchos mitos urbanos en relación al peligro del agua, o sus beneficios, pero de cierto eso debe establecerse bajo criterios científicos.

Arsénico y flúor, enemigos silenciosos.

El agua municipal nos es entregada como “potable” y se nos cobra como tal.  lo cierto es que, su tratamiento, en un alto porcentaje está basado en la cloración como un germicida, pero el cloro, al momento de su uso no debe rebasar los  0.025mg/l, lo cual no significa que sea inocuo, dada su capacidad de transformarse en otros contaminantes al entrar en contacto con materia orgánica. Igualmente, existen microrganismos como el cryptosporidium, que ha generado resistencia al cloro, y no lo elimina.

Aunado a lo anterior, la potabilidad del agua municipal, esta comprometida por fracturas de las redes de drenaje y agua potable, además por su precario mantenimiento. Otro  factor muy importante que pone en riesgo la potabilidad, es la cultura de almacenamiento domestico en aljibes, tambos o tinacos, a los cuales no se les sanitiza, desinfecta, ni se les da mantenimiento.

El desarrollo urbano ha generado una gran demanda de agua, agotando las fuentes superficiales, esto ha planteado que la extracción se realice a mayor profundidad, lo cual genera otros contaminantes que están mezclados en las capas subterráneas de tierra.

Por ejemplo en Celaya, donde esta la “bola de agua”, hace 80 años el pozo no rebasaba los 15 metros de profundidad, y se extraían 50 litros por segundo, para el año 2009 ya solo entregaba 5 litros. Ahora tenemos pozos de más de 400 metros de profundidad.

Del mismo modo, los centros urbanos se han expandido y han llegado a zonas donde el agua esta comprometida por la presencia de arsénico y flúor principalmente. En la República Mexicana se han detectado, concentraciones por arriba de los límites de arsénico y/o fluoruros en acuíferos de los estados de Aguascalientes, Coahuila, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas. Y no faltan otros como Puebla.

La fluorita (CaF2) es el mineral principal de flúor y se le encuentra en yacimientos hidrotermales. Su presencia ha sido reportada en el denominado “cinturón de fluorita” que corre a través de los estados de Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí, Guanajuato y Querétaro. Con respecto al flour, además de fluorosis dental, la ingesta de altos niveles de flúor puede ocasionar daños renales, hepáticos e incluso neurológicos. Además de fluorosis ósea.

En cuanto al Arsénico, éste forma parte de la estructura química de más de doscientos minerales, principalmente asociados a yacimientos minerales ricos en sulfuros, aunque también se encuentra presente en menor proporción en otros minerales formadores de rocas.


El arsénico es un tóxico y un carcinógeno. Entre los efectos nocivos los más comunes asociados a su ingestión son los que se presentan en piel: hiperpigmentación, hipopigmentación e hiperqueratosis; daños al sistema cardiovascular, alteraciones renales y hepáticas, desarrollo de neuropatías periféricas y encefalopatías, y diabetes.  Es reconocida la relación entre la presencia de arsénico en el agua de y el aumento y mortandad por cánceres de vejiga, pulmón, riñón y cáncer hepático en la población potencialmente expuesta.

Durante años, cuando la observancia de la normatividad era aun más laxa, la distribución nacional de bebidas y alimentos, hechos con agua comprometida con arsénico y floruros llegó a la mesa de consumidores de todos lugares, sin imaginar que un enemigo potencialmente peligroso, estaba minando de manera silenciosa, pero contundente su salud.

Primera parte.